Xènia y Marc, son una pareja de treinta y pocos años, envueltos en la espiral de una crisis estructural de pareja, con una muy baja satisfacción conyugal – especialmente, por parte de Xènia – y que ya se han planteado, en diversas ocasiones, la posibilidad de la separación como remedio de sus continuos desencuentros. Sin embargo, y raramente, dado que suele ser la mujer la que lleva la iniciativa en la demanda, Marc le pide hacer un último esfuerzo e intentar una terapia de pareja.
Ya sentados en el sofá, y sin apenas haber dicho nada, es fácilmente visible su gran problema de comunicación; la comunicación no verbal de la pareja habla casi más que la verbal y observamos una distancia entre ambos descomunal, sus miradas no se cruzan, la postura de Xènia está totalmente cerrada y a la defensiva mientras que Marc se muestra algo más dispuesto a escuchar…
No obstante, una vez iniciada la terapia, vemos que Marc no está siempre tan dispuesto a escuchar como parece y que Xènia puede tener razones para hallarse a la defensiva; en definitiva, no se trata sólo de un problema de comunicación sino, también, de patrón de comportamiento alterado.
¿Qué es la asertividad?
Es la habilidad que nos permite expresar sentimientos, opiniones y pensamientos, en el momento adecuado, de una forma adecuada y teniendo en cuenta los derechos de los otros, de manera que podamos interaccionar de forma directa y honesta con la otra persona
Según Lazarus, » La esencia de la conducta asertiva puede ser reducida a cuatro patrones específicos: la capacidad de decir «no», la capacidad de pedir favores y hacer requerimientos, la capacidad de expresar sentimientos positivos y negativos, y la capacidad de iniciar, continuar y terminar conversaciones»
¿Cuáles son los principales patrones de conducta?
Existen tres patrones de conducta principales en las relaciones de pareja los cuales hacen que no nos comportemos siempre igual:
1.- Asertiva o socialmente hábil. Es aquella que implica firmeza para expresar sus derechos, pensamientos, sentimientos y creencias de una forma directa, honesta y sin violar los derechos del otro así como tampoco castigar o amenazar a este último. Por tanto, indica respeto hacia uno mismo al expresar las necesidades propias y defender los derechos propios y, de la misma manera, respeto por la otra persona, al tener en cuenta sus necesidades y derechos.
Esta conducta implica diálogo pero no por ello están exentos los conflictos, se pueden producir; no obstante, se trata de potenciar las consecuencias positivas y disminuir las negativas del mismo.
2.- Conducta pasiva No ser capaz de expresar sentimientos, pensamientos y opiniones, de una forma abierta, y, cuando se hace, es de una manera derrotista, con falta de confianza en si mismo, disculpándose y sin respeto hacia sus propias necesidades. Este tipo de conducta es la que busca apaciguar las cosas y, por tanto, evitar el conflicto pero ello puede producir, indirectamente, una falta de comunicación ya que la persona pasiva se suele sentir fácilmente incomprendida, manipulada y no tomada en cuenta con lo cual acaba sintiéndose molesta e irritable hacia la otra persona e, incluso, podría acabar estallando, si se forzase la situación debido a que existe un límite en su tolerancia a la frustración.
3.- Conducta agresiva. Defensa de sus derechos y expresión de los pensamientos, sentimientos y opiniones de una manera inapropiada e impositiva y que vulnera los derechos de los otros. Puede expresarse mediante agresión verbal directa, que incluye ofensas, insultos, amenazas y comentarios humillantes. La agresión verbal indirecta incluye comentarios sarcásticos y rencorosos y murmuraciones. Todo ello provoca que las víctimas de las personas agresivas acaban sintiendo resentimiento y evitándolas.
El objetivo de la agresión es la dominación de los otros y, por ello, se aseguran la victoria mediante la humillación ya que, de esta forma, los otros se debilitan y son menos capaces de expresar sus sentimientos, pensamientos y opiniones.
Las consecuencias, a largo plazo, de este tipo de conducta son siempre negativas.
4.- Conducta agresivo-pasiva. En el caso de Xènia y Marc; al iniciarse una discusión, ambos mantenían el tono de voz dentro de unos límites pero, progresivamente, y, por parte de Marc, aparecían elementos coercitivos de la conducta de Xènia y se alzaba la voz, ella – para defenderse- también la alzaba, lo cual era interpretado por él como una agresión y alzaba más el tono de voz, provocando que Xènia tuviera que elevarla aún más para poder ser escuchada y, así, se entraba en un bucle de difícil salida el cual sólo producía un clima conflictivo en la pareja, lleno de falta de entendimiento y de resentimiento.
¿Se pueden cambiar los patrones de conducta?
Los patrones de conducta agresiva y agresiva-pasiva y, en menor proporción, la pasiva, nos afectan en nuestra vida cotidiana, por ejemplo; si una persona vive en un hogar en que hay algún tipo de violencia – pongamos verbal – dicha persona aprende el rol de victima, que es repetido constantemente – mientras prosiga la violencia e, incluso, un poco después de terminada la misma – con lo cual, se repetirá el rol con futuras relaciones o con otras relaciones del entorno.
Sin embargo, esto es la teoría porque, “en la práctica” – expresión tan utilizada por muchos pacientes – lo más importante es que dichos patrones de conducta se pueden modificar, es decir, si Ud es agresivo, puede aprender a ser asertivo, ¿ cómo? Nos debemos hacer dos preguntas importantes:
- Pregúntate ¿qué es lo que se repite, de forma constante en mi vida? Quiero decir, ¿siempre me deja a mí la pareja? ¿Tengo siempre discusiones por las mismas cosas?
- Mira lo que pasa en las cuatro áreas básicas, como son: salud, trabajo, amor y dinero ¿Cómo son tus relaciones? ¿Tienes suficiente dinero para llegar a final de mes? ¿Tienes alguna enfermedad? ¿Crees que los demás siempre te atacan? ¿Siempre tienes conflictos con las otras personas?
Tomar conciencia de lo que pasa en tu vida, a lo largo del tiempo, te hace darte cuenta de si aquello que has ido aprendiendo se ha convertido en tu patrón de conducta. El conflicto, por ejemplo, es un signo inequívoco de que estás reproduciendo un patrón de conducta agresivo o agresivo-pasivo.
¿Cómo se puede mejorar la relación de pareja?
Cuando partimos de un patrón de conducta agresivo o agresivo- pasivo, ante todo, debes poseer las herramientas suficientes para cambiar estos patrones. Sin embargo, debes saber que una conducta – ya sea funcional o disfuncional- es aprendida y, por ello, tenemos la capacidad de aprender otras conductas mejores que las sustituyan para, de esta manera, conseguir una relación de pareja con una mayor satisfacción conyugal.
De cualquier forma, es importante que al aprender nuevas conductas o mejores conductas, lo hagamos para resolver la crisis – ¿Os acordáis de la crisis estructural de Xènia y Marc? – o, lo que es lo mismo, para variar el rumbo de la relación hacia un polo más positivo o gratificante – obviamente, sin destruirla-para lo que debemos estar dispuestos a aprender:
- Ante todo, al iniciarse el conflicto, que, al menos uno de vosotros, sea capaz de pararse y reconocer la necesidad de buscar ayuda profesional. Y que el otro, sea capaz de entender esa necesidad.
- Identificar los factores estresantes productores de los conflictos.
- Llegar a acuerdos para cambiar el rumbo de la relación hacia el polo más positivo y gratificante.
- Organizar y repartir: la pareja como unidad debe ser equilibrada por lo que es necesario que las tareas y labores que se realizan se dividan de forma equitativa de la misma manera que las demás cosas.
- Tener cuidado con las finanzas. Muchos conflictos de pareja e incluso divorcios se dan por un mal manejo del dinero.
- El cuidado y el trabajo de todos estos aspectos pueden ser una importante ayuda para encontrar la manera de superar una posible crisis. El equilibrio interno de la relación de la pareja empieza por manejar el entorno en el que se desarrolla dicha relación.
- Aprender cómo desarrollar una buena comunicación.
- Expresar y sentir afecto: la relación se nutre básicamente del afecto de las dos personas y este afecto no se crea solo sino que hay que elaborarlo con esfuerzo constante y paciencia. Poco a poco, trabajando el afecto la relación va adquiriendo fuerza para poder hacer frente al conflicto.
- Intimidad sexual: uno de los primeros ámbitos que se ve afectado tras un conflicto es la sexualidad. Es importante evitar que las discusiones entren en el plano íntimo y sexual ya que pueden perjudicar seriamente la comunicación y la confianza entre las dos personas. Es necesario enriquecer este espacio de intimidad y aprovecharlo como entrono de expresión y de comunicación.
- Salir de la rutina. La rutina es, en muchos casos es destructiva. Es preciso encontrar nuevas actividades que mantengan a las dos personas activas y motivadas y que puedan descubrir nuevos aspectos personales y interpersonales con los que se sienten a gusto y relajados y con los que pueden disfrutar.