Carolina, de 34 años, lleva tres días esperando el alta hospitalaria de lo que parecía ser una sencilla intervención ginecológica. Ella y Marc, de 36 años, están deseando volver a casa porque, antes de lo que no consideran más que un “tropiezo”, buscan su primer bebé. Pocos minutos después, su médico llega con un rostro serio, aunque intentando distender el ambiente, pero las noticias caen como un jarro de agua totalmente fría. La intervención ha dejado al descubierto que Carolina no podrá tener hijos.
El rostro de Marc palidece y sale de la habitación, dejando atrás a una mujer que sólo piensa en que esto sea una pesadilla. Dos horas después, Carolina y Marc salen del hospital en silencio, en un silencio que se alargará hasta que ella se sienta en el sofá de la consulta, un mes después.
¿Por qué a mí?
Esa es la primera pregunta que se realiza la pareja y, más concretamente, la mujer. Atraviesa un momento muy duro, especialmente si hace tiempo que intenta ser madre o si, como en el caso de Carolina, buscaba ser mamá cuando llega el diagnóstico. Llegan los sentimientos de culpa por haberlo retrasado, por haber antepuesto la carrera profesional a la decisión de ser madre, porque económicamente no iba bien, porque la pareja no estaba consolidada… y después de habernos dado la culpa por todo aquello que nada tiene que ver con el motivo por el cuál no podemos tener hijos, viene la culpa por dejar a nuestra pareja sin la posibilidad de ser padre. Posteriormente, surge el estrés emocional, la ansiedad y la depresión que se retroalimentan de manera que: a más estrés, más ansiedad y mayor depresión. Todo ello produce un descenso de la autoestima que acaba afectando a ambos miembros de la pareja.
¿Cuáles son las alteraciones emocionales que se dan?
- Culpa o culpabilización. Sentirse culpable o culpar a la pareja por no poder tener hijos es uno de los síntomas más frecuentes.
- Ansiedad. Producida por los propios sentimientos de culpa o, incluso, por las dudas acerca de la eficacia del tratamiento.
- Depresión. Como ya he dicho, se retroalimenta con la ansiedad, pero es cierto que la concatenación de factores tanto externos como internos, induce el trastorno.
- Aislamiento social y personal. Presentan dificultades para compartir con su entorno más cercano y manifiestan intenso malestar en reuniones sociales en que alguien revela la noticia de su embarazo.
- Disminución del deseo sexual. Lleva a evitar y disminuir la frecuencia de relaciones sexuales con la pareja, haciendo que la pareja se rompa o, bien, salga más fortalecida de este proceso. Muchas veces se requiere hacer terapia de pareja.
- Apatía: el bajo interés tanto en las actividades de su vida cotidiana como en aquellas otras de tipo agradable, conduce a una importante interferencia de los pensamientos negativos recurrentes en la capacidad de trabajar, estudiar y relacionarse, produciendo alteraciones en el apetito y el sueño, con sensación de debilidad y fatiga.
- Duelo. El duelo no se produce sólo por la desaparición física de una persona que amamos. En este caso, el duelo es por la pérdida y por el deseo no cumplido de ser madre. Causa frustración, rabia, un mayor deseo imposible de serlo, tristeza y sentimientos de culpabilidad tanto hacia una misma como proyectados – como mecanismo de defensa-hacia todo aquel que esta alrededor ya sea la pareja, la familia o, incluso, los médicos y, todos ellos, por no haberse dado cuenta cuando ella, en este caso Carolina, creía que se podía hacer algo.
¿Necesito atención psicológica ante un problema de infertilidad?
El diagnóstico de un problema de infertilidad supone una verdadera crisis vital, no sólo en la mujer que lo recibe, sino también, en su pareja.
Asimismo, desencadena un verdadero estado de shock emocional en que las emociones se suceden rápidamente, sin dar tiempo ni tan sólo a salir del bloqueo psicológico generado, hasta llegar al duelo. Recordemos que la última etapa del duelo se llama aceptación: tan sencillo y tan complicado, a la vez.
No será fácil aceptar que nunca llegarán niños a su cama a despertarlos el día de Navidad, con ojos de ilusión, o que nunca asistirán a una obra de teatro escolar protagonizada por sus hijos o que nunca van a meterse todos en una cama para no sentir miedo ni de tormentas ni de monstruos.
No, no será fácil. Pero lo será un poco más si contáis con ayuda profesional de un psicólogo. De cualquier forma, aceptar el diagnóstico es el primer paso para superar todo el proceso. Sabes que es una realidad difícilmente asumible, incluso, aunque no tuvieras muy claro eso de tener hijos.
Debes saber que la aceptación va a ser un proceso duro, con mucho llanto, con una mezcla de emociones pero que, cuando salgas de la terapia, ya no serás – no seréis – las mismas personas que entrasteis. En esta aceptación asumes que puede ser que no vayas a tener hijos pero que esto no te hace menos mujer – esta es una idea muy repetida por las pacientes- sino que serás igual de completa y feliz, simplemente, se trata de cambiar el foco; parece sencillo pero la realidad es que no lo es. Pero vale la pena.
De hecho, el Grupo de Interés en Psicología de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) evidencia que existe relación entre factores psicológicos y fertilidad. Por ello, consideran indispensable que se incluya, ya inicialmente, la ayuda psicológica en el caso de atención integral a parejas con problemas de esterilidad. Y, de hecho, ya lo incluyen varios centros que se dedican a la reproducción asistida.
Lo que la resiliencia puede hacer por ti
¿Alguna vez has dicho “ya no puedo más”? Pero, a pesar de repetírtelo, casi como un mantra, estoy convencida de que sí has podido. Lo mismo ocurre cuando te repites “¿por qué a mí?”. Es muy importante que te des cuenta que estás en medio de una tormenta – empapada, el paraguas se ha roto, con un viento que casi te impide avanzar – Sin embargo, la tormenta terminará y , con la calma de un día soleado, podrás ver que todos tenemos una tremenda, extraordinaria, capacidad de adaptación y superación… tú, también. Se llama resiliencia.
Es algo intrínseco a los humanos, que nos permite sobreponernos tanto al dolor emocional como a las situaciones adversas, permitiéndonos aprender de los mismos. Sin embargo, no está presente de la misma manera en todos los momentos en las personas. Por eso necesitas ayuda de un psicólogo para que consiga hacer de ti una persona resiliente. Dicho de otra manera, cada uno de nosotros vivimos y sentimos las cosas de una manera diferente y, por tanto, ante un mismo hecho, existen diversas percepciones subjetivas, tantas como realidades individuales existen.
En nuestra realidad, nuestras emociones y sentimientos son sentimientos y debes pensar que tienes derecho a estar triste, porque es tu realidad en este momento. Por eso, la ayuda profesional te dará las herramientas necesarias, de una forma objetiva, para que lo superes y te adaptes a tu propia realidad, pasando todo tu duelo contigo hasta llegar a la aceptación.
Pautas para hacer frente a la depresión por infertilidad
- Infórmate. Céntrate en tu problema y busca información sobre los tipos de tratamiento a los que te puedes someter, según tu diagnóstico médico y la efectividad que tiene cada uno de ellos. Existen diversos que se realizan con éxito como son: la inseminación artificial, la FIV, la donación de óvulos y la microinyección espermática.
- Adopta. Si quieres ser madre y fallan los métodos anteriores, recuerda que madre es la que cuida, no sólo la que pare, y la adopción es una estupenda manera de dar una familia a quien no la tiene.
- Actividades agradables: intenta distraerte para no pensar continuamente en lo mismo, realizando actividades que te apetezcan, sola o acompañada.
- Actitud positiva: afronta el problema como algo a superar pero no como aquello que te hundirá ni tampoco como una amenaza.
- Mantén la comunicación con tu pareja. Es esencial que no os desatendáis, compartáis vuestras emociones y fomentéis la mejor de las comunicaciones. Os llevará a resolver problemas y conflictos de forma adecuada.
- Presión social. Debéis decidir a quien se lo contáis y a quién no para no caer en la presión que ejerce el grupo, sobre todo, si todos están siendo papás. Es fundamental contarlo sólo a quien os pueda entender y respetar.
- No te aísles. Es muy importante que evites el aislamiento social y que programéis, como pareja, actividades agradables.
- Espera antes de decidir: Ten cuidado y no decidas nada si estas enfadada o triste, podrías equivocarte. Identifica de forma adecuada todas tus emociones como primer paso y, sin prisa, ya decidirás.
- No es el centro de tu vid.: Intenta al tomar cualquier decisión, no convertir cualquier posible maternidad o la no maternidad en el centro de tu vida. Además, tienes muchas más facetas: profesional, pareja, familiar, social,… cambia el foco.
- Vuelve a tus actividades diarias. Cuanto antes, mejor. Disfruta de cada momento y vive cada día con “normalidad”.
- Pregunta a tu médico o a tu psicólogo. Si tienes dudas, preguntas, si necesitas información veraz, mejor pregúntaselo a los profesionales que cuidan de ti.
- No anticipes. El pasado ya se fue, el futuro no ha llegado aún y sólo te queda vivir en el aquí y el ahora. Si anticipas, pierdes tiempo de tu vida en el aquí y el ahora, por un futuro que desconoces y sólo conseguirás crear ansiedad.
“Y una vez que la tormenta termine, no recordarás cómo lo lograste, cómo sobreviviste. Ni siquiera estarás seguro si la tormenta ha terminado realmente. Pero una cosa sí es segura. Cuando salgas de esa tormenta, no serás la misma persona que entró en ella. De eso trata la tormenta”. H. Murakami.