«Ninguna violencia es justificable, la violencia debe ser frenada»
¿Si la lastiman qué puede hacer?. No existe una solución fácil, pero hay cosas que usted puede hacer para protegerse. Llame a la policía. Váyase de la casa o procure que alguien venga y se quede con usted. Si cree que usted y sus hijos corren peligro váyase inmediatamente. Consulte con su médico o vaya a emergencia de un hospital. Comuníquese lo antes posible con un centro especializado en violencia familiar.
Si la respuesta a las preguntas anteriores es «si», deberá pedir «ayuda».
Por lo tanto se podrán dar las siguientes recomendaciones a la víctima:
No ignore el problema, hable con alguien. Parte del poder de quien maltrata viene de estar protegido por el secreto. A menudo las víctimas sienten vergüenza y no desean que nadie se entere de sus problemas íntimos familiares.
Si una discusión parece inevitable, trate de que transcurra en un ambiente o área que tenga acceso a una salida, y no en el baño, cocina o en cualquier lugar que este cerca de armas.
Practique cómo salir de su casa en forma segura. Identifique que puertas, ventanas , ascensores o escaleras serían mejores.
Planifique por adelantado y sepa lo que va a hacer si es atacada nuevamente. Si decide irse planifique el lugar a donde irá. (Aún cuando crea que no va a ser necesario)
Recuerde siempre: Usted no merece ser golpeada/o o amenazada/o.
Aprenda a pensar independientemente. Trate de hacer planes para el futuro.
Si es una adolescente en un noviazgo violento: que decida a qué amigo, maestro, pariente le puede contar.
¿Cómo podemos ayudar a que la mujer se de cuenta que es víctima de violencia familiar?
a) El maltrato en la mujer es poco frecuente: la prevalencia de maltrato es muy elevada en todas las sociedades;
b) Los hombres que maltratan a las mujeres son todos alcohólicos o drogadictos: si bien en algunos puede identificarse un uso indebido de alcohol (33% ), es importante recordar que la mayoría de los maltratadores no usan alcohol o drogas en forma indebida;
c) La violencia familiar es más frecuente en las clases sociales bajas: la prevalencia de maltrato es similar en todas las clases sociales, la diferencia es que en las clases altas y medias el cuadro es más fácil de ocultar;
d) Las mujeres maltratadas son masoquistas o provocadoras de la violencia: la mujer maltratada no experimenta placer al ser golpeada sino vergüenza, culpa y dificultad para salir de la situación. Es importante tener en claro que no hay ninguna provocación que justifique la violencia y que ésta siempre es responsabilidad del maltratador;
e) Los hombres que maltratan suelen tener un discurso violento: es común ver que muchos agresores se comportan en público en forma cuidadosa, cariñosa y solícita con la mujer.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de los «mitos» en relación al maltrato de la mujer?
El alcoholismo, el abuso de drogas, las dificultades económicas, la disfunción familiar, los cambios en el ciclo vital, el embarazo, las relaciones familiares conflictivas o rígidas, el antecedente de maltrato en la familia de origen y el aislamiento social representan factores de riesgo para el advenimiento de maltrato.
¿Existen factores predisponentes para que se presente violencia doméstica?
La violencia es un problema muy complejo cuyo crecimiento preocupa a toda la comunidad. Sin embargo, pese a que la población encara cada vez más medidas de prevención contra la violencia urbana, colocando rejas en las puertas y ventanas de las casas, alarmas, perros, etc., la mayoría de los estudios
¿Es la violencia doméstica un problema frecuente?
Las víctimas del maltrato crónico suelen compartir un discurso similar en el que predomina la sensación de fatalismo y autoculpabilización. En el interrogatorio de muchas víctimas se constatan algunos sentimientos que confluyen al mismo tiempo, y contradictoriamente, en la sensibilidad afectada de las víctimas.
Naturalización: les parece que el maltrato es algo natural, que así debe ser la vida y que no hay otra forma.
Autoculpabilización: muchas víctimas tratan de encontrar un motivo por el cual son violentadas y utilizan frases como: «algo debo haber hecho para que esto ocurra», «me lo merezco», etc.
Baja autoestima: no se sienten merecedoras de afecto.
Indefensión: viven en un permanente estado de sometimiento y son incapaces de reaccionar o de tener una respuesta favorable ante el ataque.
Vergüenza y miedo: profundo estado de temor e inmovilización, alto grado de fragilidad.
Justificación: suelen minimizar la violencia con frases como «no es tan grave», «no es tan seguido», «solo me dio un cachete».
Fatalismo: utilizan un discurso condenatorio: «es mi destino», «yo lo elegí».
Esperanza de cambio: la mayoría de estas mujeres creen, sin embargo, que su pareja «algún día va a cambiar».
¿Cuáles son los sentimientos más comunes que se generan en la víctima?
El síndrome de la mujer maltratada puede manifestarse con síntomas corporales o trastornos psicológicos. Los más frecuentes son: a) Angustia, malhumor, depresión, sensación de impotencia, intentos de suicidio e insomnio; b) Abuso de sustancias y trastornos de la alimentación; c) Molestias somáticas como: dolor abdominal crónico, cefalea, fatiga, etc. que no mejoran con el tratamiento; d) Problemas ginecológicos
¿Cómo nos damos cuenta que una mujer presenta el síndrome de la mujer maltratada?
La repetición del ciclo del maltrato y la vivencia recurrente del mismo instaura, en la mujer, una entidad denominada «síndrome de la mujer maltratada», en la que se promueve el estado de parálisis progresiva o «síndrome de la indefensión aprendida». La mujer aprende y aprehende que, haga lo que haga, siempre será maltratada, que no puede controlar ni detener la conducta de su pareja y que cualquier acción de ella puede provocar un mal peor hacia sí misma o hacia los otros. Esto la lleva a sentirse responsable por provocar la violencia y por no actuar como lo haría una «verdadera mujer», lo que perpetúa el círculo de la parálisis («todo seguirá igual»).
¿Qué es el Síndrome de la mujer maltratada?
La fase de acumulación de tensión se caracteriza por su cronicidad y está dominada por lo que se conoce como «maltrato psicológico». En esta forma de maltrato el hombre atenta cotidianamente contra la autoestima de su pareja, la ridiculiza, ignora su presencia, no presta atención a lo que ella dice, se ríe de sus opiniones, la corrige en público, la ofende criticándole el cuerpo, le pone sobrenombres descalificantes, etc. Estas conductas producen un efecto devastador en la víctima, provocando un progresivo debilitamiento de sus defensas psicológicas. El maltrato psicológico es difícil de reconocer por el interrogatorio ya que se ejerce de forma solapada y, como veremos, muchas veces la mujer no es consciente de que está siendo violentada en forma crónica. De hecho, hay parejas que no llegan a tener un episodio agudo de violencia pero viven en un constante (o cíclico) clima de maltrato.
El episodio agudo de violencia suele ser físico, paro también puede ser solo verbal. El tipo de violencia física es muy variable y puede ir desde un pellizcón hasta el homicidio. Es común que en pleno episodio de violencia el hombre fuerce a la mujer a mantener relaciones sexuales. Por lo general, antes de estos episodios el victimario aumenta la escalada de agresión, acusaciones, denigración, insultos y amenazas, y va creando un clima de miedo constante en la víctima. En cada pareja, los tiempos entre cada episodio agudo son variables e impredecibles. Hay parejas en las que los episodios de violencia física sobrevienen a diario, otras que nunca llegan a la violencia física y otras en las que pasan años entre un episodio de violencia física y otro. Lo importante es que el médico tenga presente que si en una pareja ha habido episodios de violencia física lo más probable es que vuelva a haberlos. Debemos tener en cuenta que el hecho de que los episodios agudos de violencia sean poco frecuentes no implica, necesariamente, que el grado de maltrato sea menor ya que lo más probable es que en estas parejas exista una prolongada fase de acumulación de tensión en la que prima el maltrato psicológico.
El momento del arrepentimiento o luna de miel es clásico. El agresor pide perdón, se comporta en forma cariñosa y hace todo lo posible para convencer a la víctima de que no volverá a tener este tipo de conductas. Ella recuerda entonces los aspectos que la enamoran de él cuando no es violento y se reconcilian. Luego, en un clima más distendido, puede incluso ocurrir que ambos encuentren excusas para justificar la violencia y que ella se culpe de haberle fallado.
Uno de los aspectos más importantes que debemos conocer en relación con el maltrato es su carácter cíclico. El ciclo comienza con la fase de «acumulación de tensión», en la que se produce una sucesión de pequeños episodios que lleva a roces permanentes entre los miembros de la pareja; luego sobreviene el «episodio agudo de violencia», en el que toda la tensión que se venía acumulando da lugar a una explosión de violencia, que puede ser tanto física como verbal y, como corolario de la violencia, se llega a la última
fase, llamada «luna de miel», en la que el agresor se arrepiente, pide disculpas y le promete a su pareja que nunca volverá a violentarla. Pasado cierto tiempo, el ciclo vuelve a repetirse.
Podemos hacer las siguientes preguntas y recomendaciones cuando sospechamos de violencia. ¿La persona que usted ama…
¿la persigue a usted todo el tiempo?
¡la acusa constantemente de serle infiel?
¿se opone a sus relaciones con sus familiares y sus amistades?
¿le prohíbe trabajar o asistir a la escuela?
¿la critica por pequeñas cosas?
¿se pone iracundo fácilmente después de beber o consumir drogas?
¿controla todas sus finanzas y la obliga a darle un detalle minucioso de lo que gasta?
¿la humilla delante de otras personas?
¿la obliga a tener relaciones sexuales contra su propia voluntad?
¿destruye su propiedad personal u objetos de valor sentimental?
¿le pega, golpea, abofetea, patea o muerde a usted o a los niños?
¿utiliza o amenaza con usar un arma contra usted?
¿amenaza con hacerle daño a usted o a los niños?
¿A qué llamamos Ciclo de la violencia?
El maltrato de la mujer debe entenderse, como una enfermedad crónica. Si bien hay casos aislados de mujeres que en cuanto son víctimas de maltrato por parte de su pareja logran detenerlo, en la mayoría de los casos la violencia se perpetúa en el tiempo y forma parte de la cotidianeidad de la relación. De hecho, para algunos autores, cuando se define maltrato debería darse por sentado que el mismo es crónico, o al menos periódico.
¿Cuáles son las características del maltrato de la mujer?
El maltrato de la mujer se define como cualquier tipo de comportamiento violento o de control intencional ejercido sobre una mujer por parte de un hombre que mantiene (o ha mantenido) una relación íntima con ella. En el comportamiento mencionado se incluye el maltrato físico, sexual y emocional, así como el control económico y/o el aislamiento social de la víctima.
¿A qué llamamos maltrato de la mujer?
Los términos «violencia doméstica o violencia familiar» incluyen todos los actos de violencia y/o maltrato físico y emocional que se producen habitualmente dentro del hogar y en los cuales el agresor es un individuo conocido por la familia. Se trata de términos muy amplios que comprenden, como manifestaciones más frecuentes, el maltrato que ejerce el hombre sobre la mujer en el marco de la pareja así como el que ejercen los adultos sobre los niños y los ancianos. En este manual, intentaremos desarrollar los aspectos más relevantes del primer problema mencionado, es decir de la violencia y/o maltrato físico y emocional por parte del hombre sobre su pareja femenina, término que de ahora en más llamaremos «maltrato de la mujer». El diagnóstico de esta entidad ha crecido en forma alarmante en los últimos años, aunque no sabemos si la causa es un aumento real de su incidencia o si se trata de un problema que hasta ahora estaba oculto y que ha salido recientemente a la luz en forma explosiva.
Las víctimas de la violencia doméstica provienen de todos los sectores de la vida, de todas las culturas, de grupos de bajos y altos ingresos, de todas las edades, de cualquier religión. Ellas comparten sentimientos de impotencia, aislamiento, culpa, temor y vergüenza.