Elena es una joven artista con esquizofrenia, sin embargo, todos le dicen que “nunca lo conseguirá” porque es “esquizofrénica”.

Toni es un estudiante que padece trastorno bipolar; finalmente, ha decidido cumplir su sueño y estudiar pedagogía.Sin embargo, todos le dicen que “ nunca lo conseguirá” porque es “un bipolar”

Todas estas personas deben soportar a diario dos problemas; la sintomatología propia de su enfermedad y el estigma que conlleva.

Si, además, como en algunos casos, conllevan delirios, alucinaciones o alteraciones  recurrentes del ánimo, entonces el hecho de encontrar trabajo se convertirá en una verdadera proeza.Y, si lo hacen, se debatirán entre dudas; ser honestos consigo mismo y con los demás y avisar acerca de su enfermedad, lo cual puede implicar quedarse sin el trabajo o callar y tener que demostrar, diariamente, que pueden hacerlo.

En realidad, es una sociedad, la nuestra, la única que tenemos, por el momento, la que no entiende que la esquizofrenia, el trastorno bipolar, el trastorno obsesivo-compulsivo o, incluso, yendo más allá, una enfermedad que sólo es neurológica pero con consecuencias psicológicas como la epilepsia, es tan enfermedad como la apendicitis, la hepatitis o la rotura de menisco.Mientras la sociedad no lo entiende y etiquete entre los enfermos reales, es decir, los físicos y los que van al “loquero”  ( recordemos que, por muy extraño que pueda parecer a algunos, el mero hecho de acudir a la consulta de un psicológo o un psiquiatra se sigue ocultando, ¡ sí, actualmente! Porque ello supone muchas preconcepciones sobre la persona que acude por parte de un entorno estigmatizante), esa sociedad no es digna de llamarse tan avanzada como creemos

¿ Qué es el estigma?

Si recurrimos a la definición del diccionario observamos que en el sentido figurado estigma quiere decir , mala fama.Sin embargo, dichas definiciones no son suficientes por sí mismas.

La conceptualización del estigma de la enfermedad mental combina dos conceptos

actuales destacados; los estereotipos (las estructuras de conocimiento cognitivas), el prejuicio (la consecuencia cognitiva y emocional de los estereotipos) y la discriminación (la consecuencia conductual del prejuicio).

Algunos autores abordan el estigma desde una perspectiva más social ya que refieren que  existen cuando elementos de etiquetado, estereotipo, separación, pérdida de status y discriminación  que ocurren juntos

 
¿ Cómo se crea el estigma?

 

Vivienda Es frecuente que los vecinos deseen que en su edificio no hubiera personas con enfermedad mental, eviten cruzárselas o comunicarse con ellas. O se muestran contrarios al establecimiento de centros de tratamiento y alojamiento para enfermos  mentales en las zonas residenciales, a pesar de que estos centros no han demostrado tener efectos negativos en la comunidad.  

A la hora de adquirir una vivienda, los propietarios suelen negarse a alquilar casas a personas con problemas psiquiátricos. Un estudio reciente en Reino Unido ha revelado que más del 40% rechazaba de forma inmediata a candidatos que hubieran tenido un trastorno psiquiátrico conocido. Esta discriminación es una de las causas del alto índice de personas con una enfermedad psiquiátrica severa que se encuentran sin hogar o viviendo en condiciones muy inferiores al nivel medio.

Empleo. Aunque la mayoría tiene una importante capacidad para el trabajo, entre el 70% y el 80% de las personas con enfermedad mental están en situación de desempleo. Una vez que ha aparecido la enfermedad, y es conocida su existencia, surgen problemas, los prejuicios entre empleadores, y a menudo supone cambio en las funciones, ser relegado a puestos de menor responsabilidad, incluso produce el despido.
Una forma de estigma es el comportamiento de los compañeros de trabajo, que después de tener conocimiento sobre la enfermedad mental de un/a colega, muestran incomodidad .  Así, la estrategia más común utilizada es ocultar los trastornos a empleadores y compañeros.Esto tiene consecuencias perjudiciales, como el estrés y la preocupación constante porque el “secreto”  no sea descubierto, así como la imposibilidad de utilizar la cobertura del seguro sanitario para el tratamiento para no tener que revelar el “secreto”.

Medios de comunicación  Son la fuente principal de información sobre la salud mental para el 90% de la población, especialmente la televisión y los periódicos y, actualmente, cada vez más la información circulante por la red. Su potencial para mejorar los niveles de educación, sensibilización y conocimiento de la población y cambiar sus actitudes en torno a la salud mental, es obvio.
Titulares reales: “Un esquizofrénico desata el terror en una escuela al asesinar a puñaladas a ocho niños”, “Un guardia civil reduce a tiros a un enfermo de esquizofrenia”, “Manifestaciones de los vecinos contra la casa de esquizofrénicos”, “Un guardia civil salva la vida ante el loco que le arrebató el arma”.

Sin embargo, muchas veces, de forma inconsciente y como parte de la sociedad que son, perpetuan las falsas creencias y los estereotipos. Y, por tanto,  tienen una doble función como fuente de estigma: directa sobre las personas con enfermedad mental y sus familiares e indirecta al reforzar las concepciones negativas que tiene la sociedad.

Las representaciones de las personas con enfermedad mental son negativas y se les asigna casi siempre el papel de los trastornados que son temidos, rehuidos, rechazados, causantes de vergüenza y castigados. En informativos, estas noticias suelen aparecer en la sección de sucesos, estableciendo una relación de los hechos con la patología, que se destaca en los titulares, alarmistas y sensacionalistas, de modo que si alguien ha cometido un crimen , seguro que se encuentra algún testigo al que se da voz y credibilidad que afirma que el asesino era “rarito, estaba mal de la cabeza” e, incluso, señala patologías en concreto. Por el contrario, las informaciones positivas son paternalistas, destacando la minusvalía y las carencias.

 El número de reportajes que asocian enfermedad mental a violencia es cuatro veces mayor que los que ofrecen una actitud positiva.En el cine, no suelen aparecer personajes con enfermedad mental y cuando aparecen la violencia, y la incapacidad, se muestra como inherente a su enfermedad y, por tanto, ineludible. La mayoría de los personajes con enfermedad mental no sólo son peligrosos, sino que tienen un toque de maldad que justifica la desconfianza, el fracaso final y la persecución. Muy rara vez la enfermedad mental se muestra como una característica más de la persona, que además lleva una vida caracterizada por otras circunstancias, semejantes a las del resto de las personas.

Profesionales de la salud Especialmente en atención primaria y urgencias, son señalados por las personas con enfermedad mental como fuente de estigma porque su percepción de la enfermedad mental es parecida a la de la población general.

Puede ocurrir que estos profesionales no consigan entender a las personas con enfermedad mental cuando acuden con otros problemas de salud, lo que se traduce en una falta de adecuación del trato a su individualidad.. En urgencias, la influencia negativa que impone la patología les lleva a no reconocer la enfermedad física que puedan presentar , alertados sobre la enfermedad mental. Prefieren derivar a especialistas de salud mental, aunque el problema de salud por el que acude la persona es completamente ajeno a ella

Incluso los profesionales que trabajan en salud mental, pueden mostrar actitudes similares hacia los  pacientes, atendiendo a la patología y no a la persona. Las personas con enfermedad mental y sus familiares afirman haberse sentido estigmatizados por comentarios despectivos, consejos desalentadores o poco prácticos sobre la enfermedad,  no recibir información adecuada sobre la enfermedad o el tratamiento, e incluso de sentirse ignoradas o culpables a causa del comportamiento del profesional.

Instituciones En la mayoría de los países del mundo, los programas de salud mental cuentan con pocos recursos económicos.

Incluso en los países más desarrollados, resulta difícil obtener la financiación necesaria para introducir cambios en el tratamiento y la rehabilitación de los pacientes con enfermedades mentales. Existe una gran desproporción entre la gravedad de los problemas causados por estas patologías y los recursos asignados para su tratamiento.

Familia La estigmatización de los familiares, es recibida, a su vez, de la sociedad. Quienes hablan sobre la enfermedad mental de su familiar, pueden verse despreciados o aislados por sus conocidos. Aunque los familiares tienden a negar el estigma, su ocultación y su retraimiento indica un sentimiento subyacente de vergüenza, que desemboca en aislamiento.
Familia: “Nos da vergüenza que lo vean los vecinos”, “Es incapaz de hacer nada por sí mismo/a”.

El impacto la familia es muy alto y no siempre fácil de llevar. Los trastornos mentales graves, a menudo generan una importante carga familiar, que recae generalmente sobre la madre o la hermana del paciente. La persona cuidadora puede padecer sentimientos de pérdida, restricciones sustanciales de su vida social y pérdida de oportunidades laborales ( recordemos el Síndrome del Cuidador, sobre el cual ya se realizó otro post). A ello hay que añadir la preocupación, incluso la merma de su propia salud mental, y los efectos negativos, percibidos sobre la vida de la familia. Además, los sentimientos de culpabilidad con los que cargan algunos padres es el resultado de un concepto erróneo por el que se cree que la enfermedad mental es el resultado de una mala educación.