¿Qué es la ansiedad? Definimos la ansiedad como una emoción resultante de la anticipación de los peligros relacionados con la valoración de la capacidad-demanda, un estado de miedo no resuelto, el miedo a tener miedo, un estado de activación fisiológica no dirigido conductualmente tras la percepción de la amenaza, real o irreal. Por tanto, la ansiedad tiene una función adaptativa, es la evolución de nuestro propio mecanismo de defensa que lleva a nuestro organismo a desencadenar señales de miedo, nerviosismo y activación psicológica. En ese estado, el organismo presenta respuestas inespecíficas, de tipo fisiológico, como la sudoración, la taquicardia, los mareos,… – de los cuales ya hablamos en otro artículo – o respuestas específicas caracterizadas por la sensación de miedo y el nerviosismo producido por los pensamientos de preocupación por los peligros anticipados.
No obstante, ¿sabemos que es el miedo? Un miedo normal es una alarma bien calibrada. El miedo sólo se dispara en el momento apropiado, ante un verdadero peligro, no ante una posibilidad de un peligro. El miedo normal desaparece rápida y fácilmente, cuando el peligro ha pasado o cuando nos hemos dado cuenta de que no era tanto como pensamos. Reconocida la sorpresa, el miedo disminuye. Sin embargo, el miedo se vuelve patológico cuando corresponde a una alarma mal ajustada (activación, regulación):
♦ Activación anormal: se activa con demasiada frecuencia en umbrales de peligrosidad muy bajos
♦ Víctima de falsas alarmas
♦ Regulación anormal: alarma mal ajustada. Puede degenerar en pánico incontrolable
El miedo al miedo es patológico, cuesta controlar y calmar puesto que tiene tendencia a reanimarse con facilidad. Al miedo patológico se le llama fobia. Cuando tenemos tendencia a responder con un estado de ansiedad, hablamos de “ansiedad estado”, es decir, de una cualidad interna que predice nuestra elevada probabilidad de responder con ansiedad ante situaciones potencialmente peligrosas, especialmente, de naturaleza psicológica.Ello modera la intensidad o la probabilidad de responder con estrés aunque, sin embargo, la ansiedad y el estrés son conceptos distintos ya que la primera forma parte del segundo.
El estrés y la ansiedad dependen de múltiples factores, tanto situacionales como personales; por lo tanto son muchas las variables sobre las que podemos incidir para conseguir prevenir, reducir y controlar estos estados psicológicos. Las estrategias que podríamos usar para reducir el estrés y, por tanto, la ansiedad, son:
♦ La dieta
1.Comer sano,usando el tiempo de las comidas como momento de descanso
2. No abusar del alcohol, café, tabaco y otras sustancias excitantes.
♦ El descanso
1. Dormir lo suficiente, en torno a ocho horas
2. Tomar vacaciones y fines de semana como tiempo de ocio y descanso.
♦ Práctica de ejercicio físico
1. La práctica moderada de algún deporte o ejercicio físico ayuda a relajarnos.
2. Andar todos los días al menos treinta minutos o subir escaleras son suficientes para realizar ejercicio físico, cambiar de actividad y compartir momentos con nuestros familiares y amigos.
♦ Organización
1.Establecer horarios,en nuestro trabajo y actividades,es fundamental para poder descansar, no estar preocupados, sobresaltados, con olvidos importantes, etc.
2. Saber seleccionar actividades cuando no podemos hacer todo. Es importante aprender a establecer prioridades y delegar tareas, para que lo “urgente” no nos distraiga de lo importante y no se produzcan crisis de ansiedad que se habrían podido evitar
♦ Toma de decisiones ante los problemas cotidianos
1.Afrontar los problemas decidiendo qué es lo mejor en cada caso.
2. Tomar decisiones siguiendo un proceso lógico: planteamiento del problema, análisis de alternativas (ventajas e inconvenientes), elección de la opción más efectiva y eficiente y acción.
3. Un exceso de análisis también produce una ansiedad y un estrés negativo innecesario. Ello suele provocar el efecto contrario; más estrés, más ansiedad
4. El estrés negativo que nos produce un problema o situación depende de las consecuencias que prevemos, pero a veces exageramos las consecuencias negativas y empezamos a tener un problema que no es real
5. Actuar con naturalidad y no estar preocupados por lo que los otros puedan pensar de nosotros o de nuestro problema, evita mucha ansiedad propia ya que esos de afuera de nosotros mismos, no sufren dicha ansiedad con la misma intensidad que lo hacemos nosotros.