Blancanieves y Harry Potter son cuentos posmodernos que hablan de resiliencia. Ya no se necesita presentar a Blancanieves y los siete enanitos desde que fue adoptada, revisada y corregida por Walt Disney. Del mismo modo, ¿quién pensaría hoy en dar a conocer a Harry Potter, el mago megaestrella, el progenitor del éxito de J.K. Rowling? Estos dos personajes se han impuesto en el imaginario universal. A menos que haya vivido un exilio de varios siglos fuera del sistema solar o que haya paseado desde tiempos inmemoriales en cualquier desierto deshumanizado, cada niño ha impregnado su imaginación de su realidad. Harry Potter y Blancanieves han tomado literalmente cuerpo. Inmersos en un universo mágico, no por menos reivindican una dimensión humana, profundamente humana, sorprendentemente humana… La búsqueda de trazas de resiliencia en el universo de los cuentos requiere que nos centremos en la tendencia posmoderna a dar una verdadera consistencia psicológica y credibilidad humana a las figuras ectoplasmáticas de los cuentos de Perrault o Grimm.
En las obras tradicionales, los cuentistas no suelen tratar de dar a sus personajes una interioridad real. Algunos también se caracterizan por el hecho de no tener ninguna (John, 1999). Estos «personajes sin espesor» evolucionan en los cuentos como tantas sombras cuya única necesidad es ser el motor de una serie de acontecimientos que tienen lugar a lo largo del tiempo. Se trata en este caso de las emociones sentidas por aquéllos a quienes se destina el cuento y que dan vida al personaje. La humanidad está, por lo tanto, probablemente más en el oído del oyente, en la interpretación de lo que se pone en su conocimiento por el relato, que en los caracteres de los personajes que lo habitan.
Esta inconsistencia psicológica no es seguramente el caso de las obras de Disney y Rowling. ¿Significa esto que no se corresponden con la estructura habitual de los cuentos? ¿Se debe considerar que desbordan el marco de lo maravilloso y lo imaginario que fija este tipo de relato? Nuestros recientes estudios tienden a invalidar dicha hipótesis. Las rejillas de análisis clásico de los cuentos (Propp, Greimas, etcétera) indican, al contrario, que los relatos de Harry Potter y Blancanieves responden efectivamente a todas las características que definen a los cuentos maravillosos (Humbeeck, 2003). ¿El realismo subjetivo de los héroes les convierte entonces en menos estimulantes cuando se trata de suscitar la fantasía y las proyecciones fantasmáticas? ¿Se revelan, debido al exceso de credibilidad psicológica, como un crisol menos favorable al surgimiento de la imaginación? Una vez más, nuestros trabajos más bien tienden a verificar la hipótesis opuesta. La fuerza proyectiva de los cuentos es tanto más intensa cuando los personajes se convierten en medios de identificación fiables. Éste es particularmente el caso —volveremos a ello— cuando se trata de evaluar las dificultades experimentadas por los personajes imaginarios (maltrato, abandono, etcétera) e identificar los factores de resiliencia que permiten a los héroes salir adelante. Nuestras investigaciones han demostrado en este sentido cómo las obras maestras para niños que constituyen los cuentos de Disney y las historias de Rowling responden particularmente a los cuatro requisitos que sustentan cualquier proceso de proyección imaginaria.
Arquetipos Harry Potter y Blancanieves
Harry Potter y Blancanieves impregnan literalmente el imaginario colectivo de niños y adolescentes. Alcanzan una dimensión de arquetipo. Para los niños, la «verdadera Blancanieves» es la de Walt Disney. La de Grimm, cuando se conoce, para ellos sólo es un vago ancestro poco o mal identificado. En cuanto a Harry Potter, la sola mención de su nombre despierta espontáneamente la idea de un personaje cuya innegable realidad, paradójicamente, favorece la inmersión en la fantasía. Este doble anclaje en la realidad de los niños y en su imaginación aumenta aún más probablemente la potente dimensión proyectiva de los cuentos. La función catártica de estos cuentos parece acentuada por la colusión de realismo y fantasía.
Por nuestra parte, hemos podido verificar cómo la impresión de humanidad de los personajes reforzaba el impacto de las escenas traumáticas en el niño. Esto es especialmente cierto cuando se le deja ver un vídeo solo. Nuestras investigaciones (Humbeeck, 2003) muestran en este marco la tendencia de los más jóvenes, en situación de escucha analítica, a desviar su atención cuando la intensidad dramática de una escena es particularmente fuerte (transformación de la bruja, fuga de Blancanieves en el bosque, muerte de la madre de Bambi, etcétera). Sin embargo, estos mismos estudios han puesto de relieve cómo la proliferación de personajes periféricos y sainetes humorísticos asegura eficazmente una función de «metamorfosis del trauma» desdramatizando lo vivido.
Esta técnica que los teóricos de la resiliencia identifican como una estrategia de adaptación al trauma (Cyrulnik, 2002), consiste en rodear la desgracia de bruma para que sea más aceptable, adornar el drama para hacerlo más atractivo y hermoso. Más humanos, los personajes de los cuentos posmodernos también son más vulnerables. La magia les permite a veces hacer frente, nunca ser indestructibles. Es por esto que nos hablan implícitamente de resiliencia cada vez que evocan las características psicológicas que ayudan a salir adelante cuando uno se zambulle de lleno en el drama. En cuanto a Blancanieves y Harry Potter, se trata en sus cuentos de salir de un contexto educativo profundamente destructor… En efecto, los dos relatos tienen igualmente en común el hecho de basar su estructura narrativa sobre una situación de maltrato que el héroe es llevado a superar. Este andamiaje contribuye, para nuestro propósito, a fortalecer su interés. De hecho, así ponen aún más de relieve los vínculos que se pueden establecer entre las características que sustentan la resiliencia y el recurso a lo mágico y maravilloso. Todos los cuentos muestran a los niños caminos ignorados, vías paralelas a su plenitud. Cuando los héroes se humanizan y ganan en consistencia psicológica, también muestran las características individuales que vale más poseer para coger estos desvíos.
En resumen, en los caminos de la resiliencia, allá donde los cuentos muestran la ruta a seguir, Harry Potter y Blancanieves trazan sin duda los surcos. Para ilustrar nuestro objetivo, proponemos aquí poner de relieve, con el paso de estos dos personajes imaginarios, los rasgos psicosociales que permitirían a los seres humanos lidiar mejor con las pruebas de la vida y seguir creciendo a pesar de las dificultades. Este enfoque nos llevará a concluir, despejando las vías afectivas y cognitivas nuevas mediante las cuales las personalidades resilientes se abren un camino hacia la afiliación, el cumplimiento y la autonomía cuando la ruta habitual está bloqueada. Afectividad, cognición y resiliencia: Blancanieves y Harry Potter hacen su cuento.
Blancanieves y los caminos de la afiliación
La búsqueda de afiliación como criterio para el desarrollo afectivo del niño, es probablemente uno de los temas principales de la obra de Disney. ¿Cómo lo hacen Bambi, Blancanieves y Cenicienta para, más allá de la repentina desaparición de su padre o el maltrato, forjar una familia de procreación en la historia perturbada o débil de su familia de orientación? ¿Cuáles son los mecanismos psicológicos que favorecen la resiliencia del niño expuesto a la violencia educativa o la muerte? El análisis profundo de los cuentos le da al niño con dificultades en su familia elementos de respuesta.
Sin embargo, conviene someterlos a un análisis suficientemente riguroso. Ciertas respuestas aparecen efectivamente en su forma indisociables del contexto cultural. ¿El papel de los cuentos no está ahí para impregnar también en el niño los modelos de familia? socialmente aceptables? El camino recorrido entre el final feliz tipo Blancanieves formateado en torno a un indiscutible «se casaron y tuvieron muchos hijos…» y la escena final de La Sirenita, más de acuerdo a las exigencias de la sociedad posmoderna por la cual «se casaron y tuvieron la oportunidad de tener hijos…», constituye, contracepción obliga, un final más aceptable. En el mismo sentido, el análisis de estos cuentos impone ir más allá de la trama del relato. Las soluciones propuestas por Walt Disney en una lectura simplificada de la historia suponen en efecto, muy a menudo, especular sobre la fuga y la belleza para salir del paso cuando la familia se hace insoportable. Nuestro trabajo con los niños en dificultades socio-educativas (Humbeeck, 2003) muestra cómo estas respuestas insatisfactorias quedan, afortunadamente, obsoletas tan pronto como uno se adhiere al análisis de la consistencia psicológica de los personajes imaginados por Walt Disney.
En efecto, existe detrás de una notable descripción del maltrato psicológico, un estado de características afectivas que pueden ser estimuladas en el niño si se desea favorecer su resiliencia: la autoestima que ayuda a recuperarse y permite atreverse al hechizo (la capacidad de Blancanieves de rodearse de tutores de resiliencia y recorrer a objetos de transición), el sentido positivo (silbar trabajando…), la fe en el futuro (un día vendrá mi príncipe…), el distanciamiento emocional (la liberación ante la patología narcisista de su madre) y la capacidad de contar (Blancanieves contó su triste historia… Los enanitos la escucharon en silencio…). Blancanieves, como Cenicienta, son agredidas en el plano afectivo pero disponen, en el dominio donde precisamente se encuentran amenazadas, de una firmeza conservada que les impide servir de víctimas de su destino… La exploración de la afectividad a la que nos llevan estos personajes de Disney muestra cómo el apego, la aceptación y la inversión son, para cada uno de nosotros, puntos para el anclaje del equilibrio afectivo al mismo tiempo que soportes de resiliencia.
Blancanieves se rodea de afectividad para resistir al vacío, las heridas y los ultrajes. Tiene esta capacidad preciosa para mover las emociones fuera del universo familiar si no le da sentido. Este potencial emocional conservado, es precisamente lo que va a permitir a Blancanieves salir adelante. Renunciando a preocuparse por su pasado, evita enredarse en los vínculos ambiguos y muestra a los niños cómo es posible ajustar «su cuenta, su cuento», todas estas lealtades invisibles que frenan la aptitud de amar despojándola de su significado.
Harry Potter y las formas mágicas del cumplimiento
Además de los factores afectivos, las aptitudes cognitivas también constituyen sólidos argumentos de resiliencia. Harry Potter es en este contexto ejemplo de una resiliencia esencialmente cognitiva. La afectividad del hechicero maltratado es en multitud de ocasiones un desierto… Su único capital para salir al paso reside en su creatividad y su capacidad de soñar. El saludable poder en el que dispone de un ir y venir permanente sueño-vigilia-realidad (especialmente simbolizado por el famoso andén Nueve y Tres Cuartos) le ayuda a trascender la desesperación cotidiana. El juego y el imaginario lúdico (la partida de ajedrez gigante del aprendiz de mago) ejercen la misma función. Constituyen junto al humor prodigiosas armas de resiliencia. Sin embargo, sólo son eficaces, lo hemos visto, cuando son dominadas y mantienen un anclaje suficiente en la realidad. El recurso a soñar despierto, al juego y al humor en su relación con la creatividad y lo real son en este sentido habilidades esenciales para quien, tratando de salir adelante, debe crear en la imaginación las condiciones que hacen posible su resiliencia.
Harry Potter es sin duda un mago que se hace ilusiones. Nos muestra ahí uno de los caminos secretos de los cuentos. Soñar con una carrera de mago, imaginar ser un gran hechicero que no es consciente de serlo, sentirse grande con esa grandeza latente, es beneficioso porque es irrealizable. Es un sueño, no un proyecto. Un proyecto de omnipotencia no ayuda probablemente a salir adelante porque se expone muy seguramente a la decepción. Un sueño de omnipotencia probablemente ayuda más a crecer porque se sabe ilusión y en ese momento no se hace ninguna. Harry Potter no salió adelante en sueños, pero, a través del sueño, creó las condiciones que le faltaban a su resiliencia… Al emprender el camino en Nueve y Tres Cuartos, nos reveló el camino de una inagotable fuente de resiliencia cognitiva: la creatividad… Es ese mismo sendero que toman los cuentos para permitir a cada uno ir a buscar en sí mismo los deseos que podrían hacerle feliz. Ésta es, sin duda, la función de los cuentos. El que no ha aprendido a soñar es incapaz de trascender lo cotidiano y, a la larga, se sume en el presente y encoge en él su futuro.