Esta semana, ha estado en la consulta María, 45 años, fisioterapeuta y Antonio, 49 años, médico de familia. Tras una primera sesión conjunta y las sesiones individuales, venían a la sesión de devolución. Y, a pesar de los años, esta vez, estaba inquieta. Aunque tenía claro que podían hacer una terapia de pareja para solucionar sus problemas, retumbaba en mi cabeza las palabras de María en su sesión individual ante mi pregunta “¿pero le amas?”; “ es que, a veces, Dolors, el amor no basta; Antonio es una gran persona, le sigo queriendo, me atrae, no hay nada imperdonable que me haya hecho, pero creo que no puedo seguir con él. Y, ahí esta mi voz interior, que me dice que acabe de una vez con esta relación que no nos lleva a ninguna parte, aunque le quiera” Y, de ahí, mis dudas; ¿tenía derecho a forzar a María a una terapia que no quería? Hoy, María y Antonio, están tramitando su separación, a pesar de quererse.
¿Porqué una ruptura?
Antes que nada, hay que tener claro que la decisión que se tome debe ser firme. En el caso de una pareja que se quiere, es muy posible que uno de los miembros quiera más que el otro o que, ambos se quieran y los vaivenes produzcan más heridas y dolor que otra cosa.
Asimismo, también es posible que uno de los dos miembros sufra dependencia emocional por lo cual es importante reunir toda la valentía de la que sea capaz, toda la fuerza posible, para romper y alejarse del miembro de la pareja del cual depende porque, sólo así, puede empezar su nueva vida.
Por tanto, es importante no dilatar durante mucho tiempo la decisión ya que, de lo contrario, las dudas y los miedos se pueden llegar a hacer difíciles de superar, ocasionando, incluso, somatizaciones psicológicas ya que es duro aceptar que no vas a seguir compartiendo tu vida con la de esa persona a la que aún quieres.
¿Cuáles son los motivos?
Pueden ser muy diversos:
1. Problemas de comunicación: Para que una pareja se entienda, se comprenda, se sienta valorada, necesita sentir escuchada – no sólo oida – y necesita expresar; afectos, emociones, sentimientos, no sólo cuestiones rutinarias porque ello llevará a la incomunicación, llevará al momento en que tengáis mucho tiempo, y poco o nada que deciros.
2. Proyectos de vida diferentes: Quizás aquello que unía a nuestra pareja al principio, ahora precisamente es lo que nos separa: Nuestras metas, nuestras expectativas, van por caminos diferentes y no hay punto de encuentro; ¿Te han ofrecido un lugar de trabajo en otra empresa pero se halla en otra ciudad? ¿Tu pareja no quiere cambiar porque está a gusto con su trabajo, porque está ascendiendo? Entonces, o uno de ambos es muy generoso, y cede ¿Pero no existirá frustración después?, ¿No le tirarás nunca en cara que “te sacrificaste” por esa persona? Lo tienes que tener muy claro para seguir adelante con esa persona.
3. No pasar suficiente tiempo juntos. Si vuestros respectivos trabajos os mantienen lo suficiente absorbidos como para que viváis en el trabajo y vayáis de visita a casa, estáis empezando a tener un problema; en primer lugar, porque tenéis una de las principales adicciones comportamentales que se llama adicción al trabajo y, en segundo lugar, porque se pierde la comunicación, con lo cual aumentan los problemas de comunicación.
4. Problemas vitales. En ocasiones, innumerables problemas de la vida diaria ya sean de tipo económico, de salud, profesionales, con las familias extensas o con la familia nuclear producen una erosión en la pareja que incide, directamente, en la percepción de la satisfacción de la relación, disminuyéndola y produciendo, de nuevo, problemas de comunicación.
5. Infidelidad: Hay que diferenciar entre la infidelidad sexual y la emocional. Se tiende a perdonar más la primera que la segunda que supone la ruptura definitiva de la pareja. Sin embargo, en ambos casos, significa una disolución de la confianza y, por tanto una falta en el respeto debido a la pareja. Si tenemos en cuenta que una pareja es como un taburete de tres patas; confianza, respeto y comunicación. Y ya vemos que las dos primeras fallan si, además, hay problemas de comunicación –por cualquiera de los motivos antes anunciados– es imposible que la pareja siga unida.
6. Problemas sexuales: Ya sea por trastornos, por fases propias del desarrollo de la mujer, por deseo sexual inhibido en cualquiera de los dos o, incluso, por el simple hecho, de dormir separados o discutir antes de ir a la cama. En cualquier caso, falla otro tipo de comunicación, la sexual, y que se compone, no tan sólo de las relaciones sexuales, sino también de abrazos, besos, caricias, expresiones afectivas.
7. Incompatibilidad de caracteres: Junto con las críticas que cada uno de los miembros de la pareja se hace al otro y, especialmente, si se hacen delante de terceras personas lo cual puede conducir al desprecio y, esto, a un tipo de comunicación agresivo-pasiva, bastante habitual en parejas que se hallan en terapia, que significa que la pareja se encuentra en un clima de entendimiento deteriorado y conflictivo.
8. Estilo de vida. Aunque pueda parecer sorprendente, los hábitos físicos poco saludables y el “dejarse” físicamente, es uno de los mayores causantes de rupturas, a pesar de la existencia de amor. Por tanto, mantenerse en forma y cuidado es una forma de demostrar al otro miembro de la pareja que nos gusta como desde el principio.
9. Culpar al otro: Esté es otro de los grandes problemas que acaba en desamor; el uso sistemático de “por tu culpa”, “eres el culpable”, ya sea de forma consciente y voluntaria o inconsciente e involuntaria, acaba en desamor por el sentimiento de rechazo que produce al que escucha estas palabras. Y, como ya hemos dichos en otras ocasiones, cuando una pareja no funciona la culpa no es de uno sólo de los miembros sino que, en parte, ambos son culpables y, por ello, han llegado a esta situación. Así, tampoco es una buena idea que uno de los dos miembros asuma “toda la culpa” en aras a que la relación no se rompa, porque durante eses tiempo suelen existir discusiones que siguen resintiendo el clima de convivencia de la familia, haciéndola irrecuperable.
10. No entender que el amor pasa por fases. Muchas personas creen que la fase del enamoramiento dura para siempre lo cual es falso. Esta es una etapa transitoria, en que la intensidad de los sentimientos y de la pasión sexual es temporal y, como casi todo en la vida, acaba. ¿Acaba con ello el amor? No, precisamente, si realmente existe amor allí empieza porque el amor es mucho más que enamoramiento. Sin embargo, hay quien tiende a idealizar a la otra persona durante la etapa de enamoramiento y, después, por mucho que se viva en la misma casa, no es capaz de admitir las diferentes etapas por las que pasa el amor sin hacer referencia constante al enamoramiento. Empiezan a aplanarse las emociones, se aburren y, al final, aunque uno de los dos sienta –o crea sentir– amor, la pareja se acaba rompiendo.
¿Y después?
Tras la ruptura con una persona a la que todavía quieres, debes tener en cuenta:
1. No vais a ser amigos ya: Sí, lo de “hemos quedado como amigos” es de gente muy civilizada, sólo que es imposible, al menos al principio. Debéis pensar en una ruptura como una herida. Si en lugar de dejaros un espacio de tiempo, sin saber nada uno del otro, sin invadiros vuestros espacios, sin cuidar de la recomposición de cada uno de vosotros por separado, lo que hacéis es veros con la misma frecuencia con la que veis a un amigo, la herida no cicatrizará nunca. El tiempo es el único que tiene todas las respuestas –aunque no es el que cura– y, quizás, con tiempo, podéis volver a recuperaros como amigos porque todo aquello que os ha llevado a la situación actual, ha quedado en el pasado.
Por otra parte, también es civilizado decir “tenemos que ser amigos por nuestros hijos” pero eso es ningunear a vuestros hijos. Obviamente, está claro que debéis caminar hacia la mejor relación posible entre vosotros puesto que vuestros hijos os van a unir para siempre y, especialmente, si son menores, os quedan muchas decisiones que tomar conjuntamente. Pero eso no significa que tengáis que ser amigos.
2. Acepta. No es lo mismo que resignarse. En este caso, no habrías luchado porque te hubieras dado cuenta –o creído que te habías dado cuenta- de lo inexorable de la ruptura. Aceptar es, simplemente, llegar a un estado de calma en que admitas que has luchado y has perdido pero sin idealizar ni seguir con fantasías acerca de una relación que ya no existe. Para ello, una buena estrategia de afrontamiento, es hacer una lista acerca de las cosas dolorosas que han pasado en la relación. Cuando tengas la lista, léete a ti mismo cada uno de estos recuerdos, haciendo un ejercicio de introspección para rememorarlos lo más vívidamente posible. Puede aparecer tristeza, rabia, resentimiento, decepción, pero ello te ayudará a pasar el duelo por la relación perdida y, sobre todo a llegar a la aceptación. No te dejes arrastrar por ninguno de estos y, con cada recuerdo, su intensidad ira disminuyendo.
3. Perdona. Este es un punto importante. Sean cuales sean vuestros motivos, lo cierto es que estáis enfrente de una ruptura. Por tanto, si al menos uno de vosotros quiere al otro, ya estáis sufriendo lo suficiente como para, además, guardar rencores que sólo os van a hacer daño a cada uno de vosotros. Perdona al otro si te ha fallado, pídele perdón si le has fallado y, sobre todo, cada uno de vosotros se debe perdonar a si mismo. Lo necesitáis.
4. Suelta. En este tipo de rupturas, el problema principal es que uno de los dos sigue amando mucho. Pero, si sois suficientemente maduros, reconoceréis que el amor, por si sólo, no es suficiente para seguir adelante porque, como hemos visto, hay otras cuestiones como los valores incompatibles o las decisiones tomadas, en un momento determinado, que tienen un peso muy importante. Por ello, muchas veces, es un acto de generosidad tremenda para con el otro el dejar ir, soltar, y la única manera de hacerlo es querer a alguien lo suficiente como para darse cuenta de que queremos lo mejor para esa persona, con o sin ti. De hecho, nunca perderás a esa persona porque todo lo vivido pertenecerá para siempre a tu historia vital. Pero, sólo así, sabrás si tu ya ex-pareja te quiere lo suficiente como para tomar la decisión de volver.
5. Empieza a quererte Ahora mismo, seguro que te culpabilizas “si no hubiera hecho…”, “si hubiera hecho…” y, en contra de lo que te puedan decir, esto pasa porque, cada vez, te estás queriendo menos. Si ya está todo decidido, ha llegado tu momento, perdónate a ti mismo, deja de culparte y no te reproches nada. Enfréntate a tus miedos “ ¿Qué haré sin…?” y también, al dolor. Piensa que a la primera persona que le debes ser leal es a ti mismo.
Referencias bibliográficas
Vilhauer, J (2018) How to Fix 4 Common Communication Mistakes. Four steps to reduce conflict and increase intimacy in your relationship. Psychology Today
3 Comentarios
Lina
Llevo más de 14 años con mi esposo y lo amo muchísimo todavía, y es por eso que me duele aún más pensar en la separación. Tenemos los dos un carácter fuerte pero él más, me la he pasado tratando de aminorar su reacciones y sus enojos (en muchas ocasiones por tonterías) en donde es fácil que pierda el control. Constantemente me culpa, aunque no tenga yo nada que ver, situaciones que yo trato de componer aunque sepa que en verdad no es mi culpa. Siento que soy buena con él, lo cuido y trato de ser comprensiva porque se que a él se le dificulta más que a mi pedir disculpas o darse cuenta de que lo que hace esta mal, y termino cediendo a pesar de sus insultos en su momento de enojo. Yo también no lo niego he llegado a faltarle a respeto en momentos de enojo pero últimamente me he sentido aún menos valorada, me lastiman sus actitudes hacia mi y más aún que no se tome el tiempo de rectificar aún siendo obvio que el fue el que actuó mal.
jota
Hola Lina, punto por punto… me pasa exactamente lo mismo que a ti… mi mujer tiene exactamente el mismo comportamiento que tu marido. Y llega un momento que uno se cansa de ser el culpable de todo lo que ocurre… aunque no tenga que ver nada con uno. Cualquier cosa.. se enfada comnigo y si le digo algo… «ya estoy con mis tonterías y le quiero amargar el día». Es un callejón sin salida y los culpables somos nosotros, por querer demasiado y permitir demasiado.
May
Me uno a ustedes. Llevo casi 16 años con mi pareja y llevamos mes y medio separados por razones parecidas a las de ustedes. Durante un arranque de coraje, se fue de la casa y durante 2 semanas me pedía a diario que procesara los trámites de divorcio. Cuando lo hice, al mes de que se fue de la casa y le dije que ya había comenzado los trámites, se molestó conmigo y me dijo que me esta apresurando y que le estaba negando la oportunidad de mejorar y demostrarme su cambio, cambio que le he pedido desde hace 8 años atrás . Sus últimas palabras hacia mi fue “ojalá no te arrepientas de lo que haces” Me la paso llorando día y noche y no tengo a nadie con quien hablar. Las lagrimas se caen solas. Por el orgullo que tiene, jamas me va a perdonar… aunque soy el amor de su vida. Le dije que no todo esta perdido… que haga los cambios en el y que me volviera a conquistar… pero el orgullo no lo deja ni lo dejara
Comments are closed.